Cerca del 60% del precio del combustible corresponde a impuestos.

  • Las gasolineras venden hoy el stock comprado a precio de antes del Estado de Alarma.
  • El impuesto especial a los hidrocarburos es fijo, no varía en función del precio del crudo.

Una de las consecuencias más inmediatas del Covid ha sido el desplome del precio del petróleo. El Brent, ha llegado a cotizar por debajo de los 20 dólares por primera vez en dos décadas. El Texas, de referencia en USA llegó a cotizar incluso en negativo.

Ante esta situación de caída drástica del precio del crudo la reacción más
inmediata por parte de usuarios particulares y empresariales es la de que esa caída se traduzca de inmediato y de forma proporcionada en el precio de los carburantes en las estaciones de servicio.

Sin embargo, es imprescindible comprender que éste es un sector complejo,
extremadamente regulado por el Estado y con una cadena de valor muy amplia.
En el precio final que paga el particular al acercarse a repostar a una estación de servicio intervienen toda una serie de costes además del petróleo. Y sobre todo de impuestos.

Así pues, de cada euro, sólo 0,16 céntimos corresponden al precio del petróleo.
Casi el 60% del precio que pagamos en una gasolinera corresponde a
impuestos
(IVA, impuesto especial sobre hidrocarburos) y de la otra mitad es necesario deducir, además del coste del petróleo, el del refinado, el de la
distribución, los costes fijos de las estaciones de servicio: equipamiento, gastos de personal y el reducido margen para la empresa.

Es necesario recalcar que el impuesto especial a los hidrocarburos es un tributo fijo, que en ningún caso se ve afectado por la cotización del crudo y que es independiente del precio del combustible.

De manera que los usuarios que esperan un repostaje más económico deben saber que los costes del combustible no están determinados sólo por el valor del crudo sino por costes añadidos en materia de distribución y, sobre todo por una carga tributaria de alrededor de un 60% del precio final.

La situación provocada por el Estado de Alarma prorrogado está causando unas pérdidas enormes en las ventas de combustible. Sin embargo, las estaciones de servicio están catalogadas por la Administración pública como un servicio esencial.
Deben por tanto mantenerse abiertas y no pueden acogerse a los ERTES de fuerza mayor: los costes de apertura se mantienen, pero la caída de las ventas ha alcanzado el 90% en algunas estaciones.

Por ello es importante destacar que esta caída en las ventas hace que el
combustible que se está vendiendo estos días es el carburante comprado antes del decreto del Estado de Alarma, antes de la caída de los precios del barril, es decir a un precio muy superior al actual.

Las gasolineras que forman parte de FEGAES son empresas que han asumido con responsabilidad su condición de servicio esencial, manteniendo la apertura de la práctica totalidad de las estaciones y asumiendo de manera particular (hasta ahora) los costes de EPIS para la protección de sus trabajadores, así como la desinfección de sus instalaciones.

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